11 DE SEPTIEMBRE - BLOQUE 5

Anteriormente, he hecho referencia a una formación sólidamente cimentada, la cual implica muchas y diversas cuestiones que no se pueden simplificar así porque así, de una manera un tanto interesada, como se ha venido haciendo últimamente. Pondré unos ejemplos para ilustrar esta cuestión: Tú puedes tener una base técnica correctísima con tu instrumento. Pero si no sabes leer una partitura, de poco te va a servir, al menos para estar en una Orquesta. Sin embargo, vamos a imaginar que puedes leer una partitura pero la base técnica que tienes no es exactamente la adecuada. ¿Quién se desenvolvería mejor en esa Orquesta? Está claro que el segundo caso lo tendría mucho más sencillo. Lo cual no significa que luego no se deba corregir las posibles deficiencias técnicas que se puedan tener. [Yo estudié Saxofón con un Profesor de Clarinete (Francisco Sánchez Mateos - Director de la Escuela de Música de Bullas en la anterior etapa). Más adelante, recibí clases de Saxofón por parte de un Profesor de Percusión (José Vélez García – Compositor de obras como EL EVANGELISTA y JERUSALÉN, entre otras muchas). Posteriormente recibí clase de diversos profesores de Saxofón, el más importante de todos ellos fue Manuel Miján - Catedrático del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Este profesor, cuando ya tenía un brillantísimo currículum (consúltese su biografía), todavía se iba a Francia a estudiar con los mejores Profesores. Y puedo decir sin ningún reparo, que he aprendido muchísimo de todos ellos, sin ninguna excepción. Podríamos recordar también en este punto porque creo que es significativo, como Verdi (consúltese también su biografía) fracasó en las pruebas de ingreso en el Conservatorio de Milán y no fue admitido. Se basaban, entre otros argumentos, en que había aprendido a tocar el piano de forma incorrecta y no se le podía corregir, y además, sus ejercicios no mostraban especiales aptitudes para la música. Actualmente, ese mismo Conservatorio que no le admitió lleva hoy en día su nombre.] Ahora vamos a imaginarnos que un alumno pueda tener una base técnica correctísima con su instrumento y que sus conocimientos musicales en lenguaje musical, solfeo y teoría de la música, también son extraordinarios. Y el Director de la Orquesta de la que forma parte va a poner una obra titulada: “PRELUDIO DE TRISTÁN E ISOLDA”, de R. Wagner. Y vamos a imaginarnos que este alumno nunca haya escuchado una Ópera. Ni siquiera le suena este nombre, a lo sumo se está acordando de un viaje a la Warner Bros. En cambio, sí está muy acostumbrado a escuchar pasodobles, marchas de procesión, cosas más sencillas y más “populares”. Pero ni siquiera se le ha pasado por la cabeza tocar algo distinto a lo que estaba acostumbrado a escuchar hasta ahora. Imaginamos que ni siquiera hace el mínimo esfuerzo de escuchar otro tipo de música para poder intentar comprenderla un poco mejor. Lo más probable es que a partir de aquí, pese a la brillante formación musical que pueda tener, empiecen los verdaderos problemas: ¡Pues vaya un rollo de música! ¿Y por qué no tocamos otra cosa? Es evidente que si estás en una Orquesta, aunque se pueda tocar prácticamente todo tipo de música, por lo menos tendrás que conocer el repertorio habitual que suele tocar las orquestas. Y si no estás acostumbrado a escuchar ese tipo de música, qué menos ponerte al día en ese sentido. (He puesto el ejemplo de una Orquesta, como podría haber puesto el ejemplo de cualquier otra formación musical) ¿De qué le serviría esa formación musical tan brillante si no conoce al menos un mínimo de repertorio? ¡¡¡No esperará tocar con la orquesta solamente el Tractor amarillo…!!! Espero que se me entienda lo que quiero decir con todo esto.